Escritoras del Norte de México, una botella echada al mar

Publicado en La Razón, Tampico, Tamaulipas, jueves 4 de julio de 2013.

Hace poco más de un mes, Marisa Avilés, poeta amiga de Ciudad Victoria, me agregó al grupo en facebook “Escritoras del Norte de México”, una comunidad recién creada por la escritora de ciencia ficción Vanessa Garza Marín, que rápidamente ha venido creciendo hasta tener en la actualidad 147 miembros de estados como Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa, Chihuahua y Coahuila.

     Pronto me di cuenta de que este grupo, además de abrir un espacio para el diálogo amistoso, ofrecía la oportunidad de conformar una red sólida en la que confluyera el trabajo literario de diversas mujeres dedicadas a las letras.

     Al respecto, comenta Vanessa: “siempre me ha sido muy fácil conocer escritores, pero mujeres no tanto, y tenía muchas ganas de conocer el trabajo que están haciendo en la región norte del país”.

     La “inspiración”, por así decirlo, para echar a andar el proyecto, surgió de una carta que Patricia Laurent Kullick envió a Enrique Krauze, a Letras Libres, donde le cuestiona por qué se da tan poca difusión a las escritoras.

     “Quiero decirte –apunta Patricia Laurent– que lo que hasta hoy hemos considerado universal no es otra cosa que el ojo crítico masculino. Y que ese hueco que hemos dejado por siglos las mujeres, el ojo avizor espera que sea llenado con lo que considera interesante y la psique femenina nunca ha estado entre su lista. Las mujeres hemos llegado a un techo que debemos romper con la cabeza”.

     La misiva se hizo a la mar y alcanzó la costa. Puede leerse completa en el sitio web con la respuesta de Patricia Nieto, coordinadora editorial de la revista.

     El 9 de junio se llevó a cabo, en Monterrey, la primera reunión de trabajo, la cual se proyecta repetir bimestralmente. Queda en puerta un encuentro anual. Además, Vanessa, incansable tejedora de sueños, está construyendo la sección “Nuestros libros”, dentro de la página web, en la que el lector podrá tener una probadita de los textos de cada autora, y afirma: “Nunca imaginé recibir una respuesta tan entusiasta, sobre todo de escritoras que ya tienen una amplia trayectoria”.

     Podríamos preguntarnos si un grupo o un proyecto de cualquier talante dedicado a mujeres no contribuye, precisamente, a enfatizar las diferencias más que la igualdad con los varones, o, incluso, a ese vicio desagradable conocido como “cuota de género”. ¿No se defiende, acaso, una obra literaria por sí misma?

     En mi experiencia, como escritora y editora independiente, madre de dos niños, sí veo que para una mujer es más difícil que para un varón hacer carrera literaria, y más si una tiene hijos; no sólo son prejuicios o etiquetas autoimpuestos, son circunstancias reales. Tengo varias conocidas y amigas que dejaron de escribir en cuanto se embarazaron y llevan una década, o más, sin poder aterrizar su vocación literaria; no conozco en cambio a un solo hombre que haya renunciado a la literatura cuando embarazó a su novia o esposa o amante... No digo que no sea duro para ellos, pero sigo creyendo que el mayor peso se inclina hacia nuestro género. Hay tareas propias de la mujer (que no tienen que ver con etiquetas culturales sino con la biología, como amamantar o parir) y que muchas veces no sólo son incompatibles, sino antagónicas, con el quehacer literario; a esto agreguemos la opresión histórica. No es raro que una mujer disponga de menos tiempo o menos oportunidad de andar buscando estos espacios, por ello, digamos, necesita más enlaces, más foros, más invitaciones a proyectos; necesitamos fortalecernos unas a otras, hasta haber equilibrado la balanza.