Literatura & Psicología

11.12.12

Arturo Castillo Alva, entre la permanencia y el olvido

Publicado en La Razón. Tampico, Tamaulipas, miércoles 12 de diciembre de 2012

En octubre vi la nota de prensa a través de la red. No me encontraba por esos días en el puerto (como tampoco me encuentro ahora) y no pude presenciar cuando Arturo Castillo Alva recibió, en una ceremonia encabezada por la alcaldesa de Tampico, la medalla “José de Escandón”; sin embargo tuve presente el evento como algo que pocas veces ocurre: el reconocimiento público de la trayectoria de un poeta.
     Aunque Poeta es la palabra que mejor lo define, Arturo ha cultivado diversos géneros literarios: poesía, ensayo, crónica, narrativa, dramaturgia; ignoro si en estos momentos ya ha concretado una novela que traía entre manos.
     Puedo decir, con orgullo, que, además del placer que me ha dado la lectura de sus libros, sus palabras en ciertas breves charlas y en la ocasional correspondencia por mail, me llenan siempre de la calidez que brinda el afecto más sincero y del ánimo necesario para seguir en este tren llamado literatura; “ánimo” por el simple hecho de compartir conmigo el amor a las letras y por creer en mi pluma.
     Definitivamente no es un escritor “apresurado” –como el pulso de la época parece exigirle a las nuevas generaciones. Él prefiere amasar lentamente –a lo largo de años, si es preciso– la tinta y el silencio hasta lograr un texto sólido. En “Días de amor (y otros olvidos)”, compendio de cuentos publicado en 2004, afirma que los ocho relatos ahí reunidos son todos los que ha logrado concluir desde que se inició en la escritura –con la exclusión del primero de ellos–, en el trayecto de casi tres décadas.
    Encuentro en la obra de Castillo Alva una mezcla de mordacidad y ternura y, sobre todo, una profunda conciencia social que se origina en sus experiencias vitales. En “Los días perdidos (y otras pérdidas)”, volumen de ensayo y crónica editado en 2002, apunta: “Dos sucesos terribles estremecieron mi infancia: el descubrimiento de que el dinero era necesario y el casi simultáneo de que no lo teníamos. Ni en casa ni en el barrio, que eran en esos años el límite de mi visión. (Tiempo después el descubrimiento de que dios no existía y de que, aparentemente para muchos, era tan necesario como el dinero iba también a estremecerme, pero nunca con la fuerza de los dos primeros).”
    Hace un par de meses, a propósito de una breve encuesta que realicé entre colegas de oficio, le pregunté a Arturo cuál creía que era el futuro de la poesía. Me respondió: “De la poesía de los demás, no sé. De la mía, desaparecer”. Pareciera, entonces, que el poeta escribe para el hoy, sin esperanzas de prevalencia. Sin embargo, leo en el portal electrónico “Vive la cultura”, que durante el evento en que le fue entregada la presea, Arturo explicó su oficio de escritor como “la única manera de intentar un testimonio que nos sobreviviera”. Ante la aparente contradicción me atrevo a decir que todo artista se debate entre sentimientos de fugacidad y permanencia (lo cual en nuestro poeta es evidente desde los títulos de sus obras en los que hay un juego semántico acerca del tiempo, el rescate, la pérdida y el olvido); en el fondo, ésta es una preocupación muy humana (aunque el artista, el filósofo y el científico tienen más consciencia de ella).
    Pensar en qué quedará de nosotros cuando se nos consuma la vida nos produce una nostalgia anticipada. En palabras de Arturo Castillo Alva: “Finalmente la nostalgia sólo es posible cuando se posee aún cierta ternura y la ingenuidad suficiente para creer que el pasado fue un sitio donde, a pesar de todo, pudo un día habitar la felicidad… o la certeza de un futuro”. 

Imagen de Arturo Castillo Alva tomada del portal Vive la cultura

2 comentarios:

  1. Aquí debió aparecer un comentario, pero al parecer por algún error del sistema no se publicó, Anónimo me pedía que publicara poemas de Arturo Castillo para tener una referencia directa; aquí dejo una vieja entrada de mi otro blog donde me acerco más a su obra, aparecen por ahí fragmentos de algunos poemas http://marisolvera.blogspot.mx/2009/08/el-escritor-y-su-mundo-un-acercamiento.html

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  2. Arturo Castillo Alva es mi padre poético. Uno, que amé, que admiré, que sitié muy cerca de mi alma y de mi pluma. Después lo repudié, le di olvido, me hice huérfano de su figura reacia y olorosa a cigarros Delicados. Ahora, le hago un sitio entre Jaime Sabines, Ezra Pound, Eros Alessi y Xavier Villaurrutia. Padre, papá y pá: hombre amado, leíble, entrañable...

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