esa extravagancia de las 3:45
oliendo la pus de cadáveres humanos
bajo la sombra de trescientos unicornios
como perros trasijados en bardas filiformes
Qué nos hace recordar aquella tarde en la plaza de Tampico
no hubo nada (te digo) no hubo nadani bendiciones ni alfileres en la ropa
ni cerveza en latas oxidadas
ni pequeños laberintos de papel
ni estambres
ni alabeos ni comisuras
apenas un lento desahuciarse
un caer repetido hacia tu sexo
con la extraña rapidez que se arrojan ciertas aves al acantilado
muy buen poema, marisol. un abrazo.
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