Literatura & Psicología

14.9.09

¿Cuándo comenzó México?

Publicado en La Razón. Tampico, Tamaulipas. Domingo 13 de septiembre de 2009.

Cuando era niña me resultaba muy obvia la idea de que México tenía una sola historia. A los cinco años me habían contado la leyenda del águila y la serpiente, con esa cierta solemnidad que aún conservaban nuestros padres y profesores, a principios de los ochenta. Aquel momento en que la elegante ave se zampaba al reptil era, sin duda, el origen glorioso de mi país.

Ya más grandecita imaginé nuestra historia como una larga línea que comenzaba con los Olmecas y, a través de los siglos, daba paso a un séquito de héroes que derramaba sangre y esperanzas. Por ahí de los dieciséis mi visión era menos optimista. Conocía perfectamente la palabra “fraude”, había visto (por televisión) el asesinato de un candidato a presidente y a toda hora encontraba en la calle hombres y mujeres que no tenían más que un pequeño jacal para calentarse los huesos.

Con los años el escenario mexicano se me apareció como el favorito de la señora Iniquidad. La delincuencia organizada y la corrupción van viento en popa en el océano de nuestros días.

Traigo a colación una cita de Eckart Boege, que mencioné hace algunas semanas: “México es centro de origen –de la domesticación– y diversificación genética del quince por ciento de todas las especies que constituyen el sistema alimentario mundial”. Vivimos, entonces, en un país rico, pero de nada sirven las bondades de Natura si no se fortalecen los tres pilares que sostienen el espíritu de una Nación: la educación, la ciencia y la cultura. ¿Te parece que están bien atendidos estos rubros?


Un pueblo donde hay desarrollo científico, profesionistas competentes y artistas que nos recuerden nuestro lado sensible, es un pueblo con voz que buscará el sentido superior de la vida y no el simple transcurrir del tiempo.

Irónicamente fue en territorio mesoamericano, en este mutilado gigante de Tierra, el único lugar del continente donde había libros cuando arribaron los españoles. Los emperadores en el Valle de Anáhuac solían ser poetas y filósofos. ¿Cuántos de nuestros gobernantes habrán leído, por ejemplo, a Juan Rulfo?

Pero no idealicemos el pasado. Antes de la conquista había roturas existenciales a lo largo y ancho de Mesoamérica: las elevadas civilizaciones y los pueblos “bárbaros” o chichimecas; el México espiritual y el México guerrero. Voy de acuerdo con la idea de Octavio Paz, en vez de ser una historia lineal, la nuestra es una serie de superposiciones históricas en las que no ha habido un solo principio y en la que no hemos conseguido una Identidad madura.

Con las festividades en puerta por el bicentenario de la Independencia de México, reflexiono: ¿hasta dónde llega, realmente, nuestra autonomía? ¿Qué significados conlleva, en la actualidad, la palabra Patria?

El México Independiente no es algo dado, sino un delicado y complejo concierto en el que todos necesitamos entonar una nota, ¿no crees?

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