Literatura & Psicología

15.9.09

y cuando el último ángel tocó la trompeta

La primera vez que vi El Séptimo Sello fue en absoluto silencio. La película estaba muda y no había subtítulos. Nada. Los espacios en blanco y la oscuridad. Sólo ese rostro pálido y antiguo enmarcado por una capucha negra. Las piezas de ajedrez. La mano serena y larga del caballero que regresa de las cruzadas.

La segunda vez, la televisión resplandecía con un brillo lejano. Las escenas se sucedieron como rocas en una pendiente. Las canciones de los acróbatas, el maullido de la gallina, lapidarían mi (frágil) cerebro durante horas.

Anoche volví a entrar al denso territorio de Bergman (creo que estoy enamorada). Apenas abro los ojos aparece frente a mí una procesión de hombres y mujeres bailando, bajo la lluvia, la danza macabra.

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