a
punto
veo
dormir a mis hijos
pequeños
guisantes blancos envueltos por la
calma
cíclica
matemáticamente
ensamblados
al continente del cuerpo
roja bocanada de aire
Haku
que
me rasgó un paisaje (su horizonte de pájaros azules)
Morgana
que
sólo tiene un mes no necesitas más
quiero decirle
para
qué
estamos bien así
tú recién salida de la fragua
yo con mi cabeza intacta
quién
diría que mis manos desmenuzarían estrellas
en la nieve
pero
aquí no hay nieve
apenas
un collar de hueso
la
sonrisa eterna y deliciosa de los desposeídos
que
infaman la calle con sus amores
los chanates se pasean por mi jardín
reyes de un país donde los cuervos han
enmudecido
no logro entender su lenguaje
algo sobre mujeres y decapitaciones:
todas unas putas
bajo
las rocas arde
la
risa solemne de los escarabajos
–antes
una flor blanquísima
se
deshojó entre mis labios–
ahora
voy
perdiendo el ansia de volar
detesto
mi reflejo
inútil geometría en un
pozo de mercurio
pronto
las ondas tomarán su curso
y
mis niños seguirán sonriendo
cosidos
a la esperanza
jalo
hacia mi pecho el hilo de su alma
como
Ariaghne
pobre pobrecilla
aguardando al amante
que vendrá con sangre de toro en
los puños
¡tantos
siglos!
y
las mujeres seguimos quedándonos dormidas a la orilla del océano
de Gasterópodo (El Humo, 2014)
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