llegamos
a
ese punto en que tu camisa
–extirpada
de la casa igual que un órgano–
ya
no sirve de refugio a los escarabajos
ni
de isla
para
la espuma que baja ondulante por mis piernas
¿hemos
de rompernos el hueso a machetazos?
te acuerdas
/ dices / te acuerdas
y
yo solo quiero follar
como
cualquier mujer que ha dado su vientre a los carniceros
pasados
los ritos de iniciación
cuando
mi cuerpo era vasija de tus manos
pero
dices que yo te ahogué en un pozo
dices
que yo destrocé tu lóbulo parietal
–aquella noche
me
envolví en la corteza del miedo–
apenas
recuerdo esas verduras secas
en
el suelo / sola
gestando
a esa niña / sola
en
el invierno / sola
esperando
a que el cuervo en mi ventana
se
hiciera un puntito negro en el cielo
como
ahora
esta
mancha sobre mi piel No podemos
revertir
los anillos del gusano
encantador
parásito de ojos verdes
ya
no es mío el canto de los nogales
¿quién
desgajó el corazón del tiempo
si
yo –hija de Helios– convierto a los hombres
en lechones?
Tengo
tu cabeza entre mis manos
limpia
y perfecta como un geoide
en
el que trazo caminos con mi lengua
no
me interesa ir más lejos
quiero
besarte como en aquella hora
en
que fuiste el reflejo
de
una ninfa en el estanque
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