―Soñé que estaba teniendo sexo con una mujer.
―¿Cuál mujer?
―Una que no existe.
―¿Y cómo era?
―Muy bonita, delgada, de pezones pequeños. Pero entonces en
mi sueño llegabas tú y me abrazabas. Esa mujer, no sé por qué, pero yo sabía lo
que ella sentía, se te quedaba viendo con infinita rabia y celos porque no
podía competir contigo. Y es que tú estabas todo guapo, vestido de negro, y te
acercaste a mí con firmeza. Yo también te abracé, empezaste a acariciar mis
senos, y entonces me despertaste. ¿Por qué me despertaste?, no me dejaste
seguir soñando contigo.
―Me alegra.
―Qué cosa.
―Me alegra que sólo tengas sexo conmigo.
―Vete. Quiero dormirme de nuevo.
―No.
―Déjame seguirte soñando.
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