Literatura & Psicología

11.1.13

Sobre la escritura

De lo ordinario, el amor y la memoria


El Arte nunca es un objeto acabado, sino un organismo en constante evolución. La literatura es un campo de cultivo donde podemos ensayar una y otra forma de reproducir nuestras ideas; no hay fórmulas hechas ni recetarios para crear novelas, poemas u obras de cualquier otro género. Creo que lo mejor es experimentar con lo que nos venga a la mente, incluso formas “en desuso”; a veces de esa experimentación surgen asociaciones insospechadas.

Hace poco un chavo que compró un libro mío de poesía me dijo que “era bueno que yo escribiera en verso libre”, pues él había escuchado la recomendación de un gran escritor (no me dijo nombre) de que recurrir a las formas métricas (como el soneto, la redondilla, etc.) era aburrido y que, además no permite expresar libremente las ideas. Lo refuté. Se requiere un elevado ejercicio de la inteligencia para poder escribir, por ejemplo, un soneto, y conservar dentro de una métrica exacta una idea completa, que además tenga ritmo y sentido musical, y, por si fuera poco, se diga con metáforas. No cualquiera lo logra, la gran mayoría de quienes lo intentan se quedan en la rima ociosa y forzada (y esto, precisamente, le da mala fama a los poemas rimados). Hay quien puede decir que le da flojera practicar estas formas, y eso me parece completamente válido (yo misma defenderé su derecho a expresarse como mejor le venga), pero una cosa es que le dé flojera (o que no considere necesario este ejercicio de manera personal) y otra cosa es que demerite la obra cuando se vale de estos recursos.

Estoy convencida de que ejercitarse en estas formas desarrolla la inteligencia, la disciplina mental y el sentido musical, que después se verán reflejados en el verso libre o, incluso, en la prosa. Claro, el poeta no está obligado a tener “sentido musical”, podría preferir un estilo más llano, y eso también es válido (especialmente en nuestros días, cuando las fronteras entre distintos géneros literarios se han hecho tan dúctiles). En lo particular prefiero el verso libre, pero, como parte de mi taller personal, ensayo con las formas clásicas, lo que, lejos de aburrirme, me parece un gran divertimento.

Muchos escritores actuales, por ejemplo, consideran que ya no es necesario leer a los Clásicos, porque ahora son parte de nuestro imaginario colectivo y ya tantos autores los leyeron que “si leemos a uno es como si hubiéramos leído al otro”. Algo así: Cortázar leyó a Dostoievski, luego entonces, si leo a Cortázar, en cierto modo también leí a Dostoievski, y como Dostoievski leyó a Virgilio...

Encuentro medianamente cierta esta premisa; en efecto, creo que todos los autores a quienes leemos nos transmiten sus propias lecturas, mas, también considero que hay cosas sustanciales que sólo un autor en particular nos puede transmitir. Y los Clásicos, por algo son “Clásicos”. Para mí, leer a Cortázar, aunque es una experiencia muy rica, no sustituye la de leer a Dostoievski.

Ningún libro debe leerse por “obligación” (salvo el diccionario), sino por necesidad propia; si alguien no se siente tentado a leer La Iliada, no veo por qué tenga que hacerlo (a menos que sea parte de su curso escolar, que, aquí, debo decir, mucho contribuyen la escuela y las clases de literatura en la secundaria para echar a perder el gusto por la lectura).

Claro que las formas cambian (tanto por las épocas como por la región geográfica y cultural). La Iliada tiene un capítulo completo para hacer un catálogo de las naves que combatirán, entrelazado con la minuciosa genealogía de los Héroes; luego, en el transcurso de los cantos, las escenas son interrumpidas para señalar acontecimientos del pasado, hablar del linaje de tal o cual personaje, repetir fórmulas de cortesía, etc. Si uno se pone a escribir así en estos días seguramente se quedará sin lectores, sin embargo, considero que una lectura  meditada de La Iliada puede darle al escritor contemporáneo, conocimiento  y una mirada más amplia (profunda) de la que podría tener leyendo únicamente autores de su época. Repito, no hay libros “indispensables”; así como no veo la obligación de leer tal o cual libro, sólo porque es clásico o porque es la obra cumbre del gran autor fulano, tampoco veo la obligación de leer cierto libro sólo porque está de moda, porque “todos los escritores del momento lo han leído” o porque es literatura de rompimiento.

Pienso que un amplio repertorio de lecturas nos ayuda a ser mejores escritores (nótese el énfasis en “ayuda”; no se trata de una fórmula matemática: entre más libros has leído mejor poeta o novelista eres); la literatura nace de la literatura. Los libros que uno elija para leer han de ser los que vayamos sintiendo necesarios, los que nos cambien y nos hagan evolucionar. Es bueno tomar las recomendaciones de los que tienen experiencia en este oficio; por ejemplo, si Murakami recomienda cierta lectura, voy a tomarlo muy en cuenta pues confío plenamente en su criterio, esto no significa que lo tome como poseedor de la “verdad absoluta”.

Lo principal, insisto, es formarse un criterio propio, independiente de la parafernalia culturosa que nos rodea. Ser un escritor auténtico requiere convertirse en uno mismo (algo así me dijo alguna vez, Gastón Alejandro Martínez, en honor al viejo Nietzsche). Ah, y cuidado con esa otra seudofórmula: “entre más publicaciones tienes, mejor escritor eres”. Voy de acuerdo en que la publicación es parte de proceso creativo, el puente necesario para lograr esa cristalización autor-lector (que se da en forma dinámica con la tecnología actual, especialmente en el twitter), sin embargo, publicar depende de muchas circunstancias y, como todo en esta sociedad, de las relaciones públicas. Puede haber obras muy valiosa, aún inéditas. Por ello, cuando alguien me dice que “el que no publica constantemente no es escritor”, le recuerdo a Kafka.




4 comentarios:

  1. Solo escribe, sin parar, sin ponerte a pensar, escribe, sigue escribiendo, mañana revisaras quitando o añadiendo y zas listo el pollo.


    Abrazos

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  2. Gracias por tu lectura, amigo, sé que constantemente tienes una opinión para mis letras. El abrazo va de retorno.

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  3. Excelente tu texto, querida, gracias por compartirlo...

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    1. Gracias a ti, por tu lectura, amiga, abrazos afectuosos.

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