Publicado en La Razón. Tampico, Tamaulipas. Martes 16 de marzo de 2010
“Sal, mi hijo, a recobrar tu tierra maldita, fundada sobre el crimen permanente y los sueños fugitivos…” Habla así la Malinche –en la recreación histórico-literaria de Carlos Fuentes– al dar a luz “al encabronado hijo de México y España”.
Malintzin, lo sabemos, es un arquetipo mexicano, imagen de la mujer amenazadora por su sexualidad, como sor Juana lo es por su Intelecto. Dice Rosario Castellanos que la única condición “aceptable” de la mujer en nuestra sociedad es la del arquetipo de la “Virgen”, frágil, cariñosa y abnegada.
Aún en nuestra época, persisten de manera velada –en ocasiones, directa– estereotipos que, más de una vez, nos dejan a las mujeres en desventaja ante el mundo. ¡Y cómo no!, si hallamos por todas partes alusiones a la “imprudencia” femenina: Eva, instigada por la Serpiente, le ha abierto las puertas a todas las calamidades (las que también habrá de liberar Pandora).
En Las mil y una noches se refiere como la infidelidad de la consorte del rey Schahriar le hace perder a éste la confianza en todas las mujeres. Resulta que la hermosa y joven reina tenía la costumbre de organizar sendas orgías con sus esclavos en la ausencia de su marido. Así, vemos caer un grave juicio moral sobre la adúltera, mucho mayor que el del sultán que, muy quitado de la pena, decapita una doncella cada mañana.
Con el fin de “resguardarnos del pecado”, a lo largo de los siglos, se ha investido de “pureza” la efigie de la mujer, en detrimento de la libertad creativa e intelectual. Mas –por fortuna–, no han faltado aquellas que rompen los esquemas, lo que poco a poco ha ido derivando en resultados concretos: nuestro derecho a la educación, al sufragio y a desempeñar cargos públicos.
Si bien el intelecto más poderoso de la Nueva España fue sor Juana, antes que ella, en la civilización mesoamericana, hubo mujeres que participaban en la vida intelectual de su sociedad. Destaca entre ellas “la Señora de Tula”, concubina del rey Nezahualpilli, “tan sabia que competía con el rey y con los más sabios de su reino y era en la poesía muy aventajada…” (Citado por Fernando de Alba Ixtlilxóchitl. Obras históricas. Tomo II, p. 268).
Otro ejemplo es el de la princesa Macuilxochitzin, hija del guerrero Tlacaélel, quien fue poeta durante el esplendor de Tenochtitlan.
La literatura contemporánea está pariendo nuevos enfoques de lo femenino. La maternidad deja de verse entre algodones rosas y se exponen las emociones de dolor y desarraigo, incluso los elementos quirúrgicos del parto, y el deseo inconsciente, animalesco, de volver al útero. Lo vemos, por ejemplo, en los versos de la poeta venezolana María Auxiliadora Álvarez: “Ella me abre las piernas / Desde el piso / trata de ascender / y no la dejo / que ahí no hay nada”.
Para sumarnos a esta actividad creadora que busca explorar lo femenino, desde nuevas perspectivas, el Patronato de Bibliotecas Municipales invita a la puesta en escena del monólogo “Restauración del Paraíso”. La cita es este viernes 19 de marzo a las 7 de la tarde, en la Biblioteca Jesús Quintana (Palacio Municipal de Tampico). La dirección de la obra corre a cargo de Iris Arvizu. Actúa Iván Mancilla. El libreto es de una servidora. ¿Podrás acompañarnos?
“Sal, mi hijo, a recobrar tu tierra maldita, fundada sobre el crimen permanente y los sueños fugitivos…” Habla así la Malinche –en la recreación histórico-literaria de Carlos Fuentes– al dar a luz “al encabronado hijo de México y España”.
Malintzin, lo sabemos, es un arquetipo mexicano, imagen de la mujer amenazadora por su sexualidad, como sor Juana lo es por su Intelecto. Dice Rosario Castellanos que la única condición “aceptable” de la mujer en nuestra sociedad es la del arquetipo de la “Virgen”, frágil, cariñosa y abnegada.
Aún en nuestra época, persisten de manera velada –en ocasiones, directa– estereotipos que, más de una vez, nos dejan a las mujeres en desventaja ante el mundo. ¡Y cómo no!, si hallamos por todas partes alusiones a la “imprudencia” femenina: Eva, instigada por la Serpiente, le ha abierto las puertas a todas las calamidades (las que también habrá de liberar Pandora).
En Las mil y una noches se refiere como la infidelidad de la consorte del rey Schahriar le hace perder a éste la confianza en todas las mujeres. Resulta que la hermosa y joven reina tenía la costumbre de organizar sendas orgías con sus esclavos en la ausencia de su marido. Así, vemos caer un grave juicio moral sobre la adúltera, mucho mayor que el del sultán que, muy quitado de la pena, decapita una doncella cada mañana.
Con el fin de “resguardarnos del pecado”, a lo largo de los siglos, se ha investido de “pureza” la efigie de la mujer, en detrimento de la libertad creativa e intelectual. Mas –por fortuna–, no han faltado aquellas que rompen los esquemas, lo que poco a poco ha ido derivando en resultados concretos: nuestro derecho a la educación, al sufragio y a desempeñar cargos públicos.
Si bien el intelecto más poderoso de la Nueva España fue sor Juana, antes que ella, en la civilización mesoamericana, hubo mujeres que participaban en la vida intelectual de su sociedad. Destaca entre ellas “la Señora de Tula”, concubina del rey Nezahualpilli, “tan sabia que competía con el rey y con los más sabios de su reino y era en la poesía muy aventajada…” (Citado por Fernando de Alba Ixtlilxóchitl. Obras históricas. Tomo II, p. 268).
Otro ejemplo es el de la princesa Macuilxochitzin, hija del guerrero Tlacaélel, quien fue poeta durante el esplendor de Tenochtitlan.
La literatura contemporánea está pariendo nuevos enfoques de lo femenino. La maternidad deja de verse entre algodones rosas y se exponen las emociones de dolor y desarraigo, incluso los elementos quirúrgicos del parto, y el deseo inconsciente, animalesco, de volver al útero. Lo vemos, por ejemplo, en los versos de la poeta venezolana María Auxiliadora Álvarez: “Ella me abre las piernas / Desde el piso / trata de ascender / y no la dejo / que ahí no hay nada”.
Para sumarnos a esta actividad creadora que busca explorar lo femenino, desde nuevas perspectivas, el Patronato de Bibliotecas Municipales invita a la puesta en escena del monólogo “Restauración del Paraíso”. La cita es este viernes 19 de marzo a las 7 de la tarde, en la Biblioteca Jesús Quintana (Palacio Municipal de Tampico). La dirección de la obra corre a cargo de Iris Arvizu. Actúa Iván Mancilla. El libreto es de una servidora. ¿Podrás acompañarnos?
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