Publicado en La Razón. Tampico, Tamaulipas. Martes 15 de diciembre de 2009.
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Fue por ahí de septiembre de 2006, en la librería del Museo de la Cultura Maya, en Chetumal, donde hallé (sí, porque desde hacía tiempo lo anhelaba) un volumen de la revista Arqueología Mexicana dedicado a los huastecos. Me sorprendió, por su precisión y amenidad, el ensayo “La Huasteca: historia y cultura” del antropólogo francés Guy Stresser-Péan. Este hombre había atravesado un océano para desentramar las raíces de un mundo que dormitaba en la maleza del olvido. Ahora, a poco más de tres años de esa primera lectura, tengo el privilegio de agregar a mi biblioteca personal el libro Viaje a la Huasteca con Guy Stresser-Péan, fruto de más de medio siglo de investigaciones; edición coordinada por Guilhem Olivier y prologada por Miguel León-Portilla (Fondo de Cultura Económica; Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos. 2008).
Deleitosa, he comenzado a navegar en la tinta de quinientas treinta y nueve páginas, conducida por la mano cálida y firme del investigador europeo (curiosamente, a veces en otros países se valora lo que los mexicanos dejamos de lado), que me lleva a la desembocadura de nuevas preguntas, nuevas inquietudes. Aprecio, sobre todo, su capacidad para enlazar el legado histórico con el presente y analizar las realidades de los pueblos huastecos desde una perspectiva contemporánea. La obra se divide en cuatro partes: Etnología, Arqueología, Etnohistoria y, finalmente, algunos datos sobre las investigaciones francesas en México y en América Central de 1936 a 1977. Incluye un DVD: film del “volador” y la “Danza Colorada” (1953).
Una de las cosas que llaman primeramente mi atención en este libro es la observación de Stresser-Péan acerca del truncado desarrollo intelectual de los grupos autóctonos de Mesoamérica: “En los tiempos antiguos el pensamiento indígena había alcanzado un nivel bastante alto entre algunos privilegiados; reyes, nobles o sacerdotes, que tenían tiempo libre para instruirse, pensar, practicar las artes y el culto. Pero, en la época colonial esta herencia se perdió cuando todos los indios fueron reducidos a la condición de campesinos pobres. Sólo los curanderos, los músicos y algunos principales pudieron preservar restos de la antigua sabiduría empobrecida por la colonización, pero enriquecida por la adopción del cristianismo […..] La conquista acabó con las posibilidades de evolución de este pensamiento indígena”.
¿Qué rumbos habría tomado el discernimiento de aquellos hombres y mujeres, de haber tenido la oportunidad de refinar sus tradiciones? Hoy en día, muchos niños y jóvenes de lo que Stresser-Péan denomina “el bloque huasteco-nahua” salen de su comunidad para estudiar y trabajar en las urbes; algunos de ellos (muy pocos, en realidad) lograrán cultivarse, dejar atrás el panorama de rezago y pobreza, pero no desde las enseñanzas de sus ancestros, sino dentro de los esquemas de la globalización. Cierto es que se requieren mentes creativas que se ocupen de éstas y otras reflexiones. Enrique Florescano advierte en su Historia de las historias de la nación mexicana (Taurus, Colección Pasado y Presente. 2004): “la generación que podía y debería sustituir a nuestros antiguos profesores e investigadores está presente, pero fuera de las aulas y los laboratorios de la universidad pública, en el desempleo, o trabajando en destinos que no habían ni imaginado”.
¿No crees que una lectura meditada de Viaje a la Huasteca nos ayudaría a comprender mejor nuestra situación histórica y, por ende, a revalorar nuestro presente?
Deleitosa, he comenzado a navegar en la tinta de quinientas treinta y nueve páginas, conducida por la mano cálida y firme del investigador europeo (curiosamente, a veces en otros países se valora lo que los mexicanos dejamos de lado), que me lleva a la desembocadura de nuevas preguntas, nuevas inquietudes. Aprecio, sobre todo, su capacidad para enlazar el legado histórico con el presente y analizar las realidades de los pueblos huastecos desde una perspectiva contemporánea. La obra se divide en cuatro partes: Etnología, Arqueología, Etnohistoria y, finalmente, algunos datos sobre las investigaciones francesas en México y en América Central de 1936 a 1977. Incluye un DVD: film del “volador” y la “Danza Colorada” (1953).
Una de las cosas que llaman primeramente mi atención en este libro es la observación de Stresser-Péan acerca del truncado desarrollo intelectual de los grupos autóctonos de Mesoamérica: “En los tiempos antiguos el pensamiento indígena había alcanzado un nivel bastante alto entre algunos privilegiados; reyes, nobles o sacerdotes, que tenían tiempo libre para instruirse, pensar, practicar las artes y el culto. Pero, en la época colonial esta herencia se perdió cuando todos los indios fueron reducidos a la condición de campesinos pobres. Sólo los curanderos, los músicos y algunos principales pudieron preservar restos de la antigua sabiduría empobrecida por la colonización, pero enriquecida por la adopción del cristianismo […..] La conquista acabó con las posibilidades de evolución de este pensamiento indígena”.
¿Qué rumbos habría tomado el discernimiento de aquellos hombres y mujeres, de haber tenido la oportunidad de refinar sus tradiciones? Hoy en día, muchos niños y jóvenes de lo que Stresser-Péan denomina “el bloque huasteco-nahua” salen de su comunidad para estudiar y trabajar en las urbes; algunos de ellos (muy pocos, en realidad) lograrán cultivarse, dejar atrás el panorama de rezago y pobreza, pero no desde las enseñanzas de sus ancestros, sino dentro de los esquemas de la globalización. Cierto es que se requieren mentes creativas que se ocupen de éstas y otras reflexiones. Enrique Florescano advierte en su Historia de las historias de la nación mexicana (Taurus, Colección Pasado y Presente. 2004): “la generación que podía y debería sustituir a nuestros antiguos profesores e investigadores está presente, pero fuera de las aulas y los laboratorios de la universidad pública, en el desempleo, o trabajando en destinos que no habían ni imaginado”.
¿No crees que una lectura meditada de Viaje a la Huasteca nos ayudaría a comprender mejor nuestra situación histórica y, por ende, a revalorar nuestro presente?
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