Literatura & Psicología

16.7.09

Tamohi, la ciudad efervescente

Publicado en La Razón. Tampico, Tamaulipas. Domingo 12 de julio de 2009.

A veces pienso en las ciudades antiguas como si hubiera vivido en ellas. Me resulta natural, por ejemplo, caminar sobre las vastas plataformas escalonadas de Tamohi, acercarme al altar que corona sus construcciones. Oír la lenta respiración de los siglos echados sobre la tierra mansa.

Ubicado en la ribera derecha del río Tampaón, Tamohi, “lugar de efervescencia”, es uno de los centros huastecos más importantes del mundo prehispánico. Hay quienes le dan el nombre del rancho donde se encuentra: “El Consuelo”, municipio de Tamuín, San Luis Potosí.

Cuando llegas aquí, frente descubierta y mirada en alto, puedes ver el polvo danzando entre árboles desnudos. El golpe suave de las corrientes de aire sobre la piedra. Algo queda en la atmósfera del ajetreo y el bullicio de los hombres de antes, que venían por el Tampaón a vender o cambiar sus mercancías. El rumor de las embarcaciones. Los atracaderos. El maíz y las hierbas de olor de mano en mano. Y de pronto, el tiempo se detiene. Reinan la quietud y el silencio.

Aunque el paso de los años ha lastimado el color, en los costados del altar de Tamohi apreciarás una pintura mural. Yo la he visto en la hora precisa en que el Sol baja a beber agua del río. Es fácil perderme entre lo rojo y lo negro de los trazos: dioses y guerreros en procesión. Es fácil creer que mi rostro y el tuyo están junto a esos otros rostros. De perfil. La pupila expresiva. Los dientes bien delineados. Una actitud que se antoja bondadosa y bélica. Serena y excitada. Un hábil artista tének los dibujó dos o tres siglos antes de la llegada de los españoles.

Si andas en Tampico puedes visitar el Museo de la Cultura Huasteca, en el interior del Espacio Cultural Metropolitano (METRO), donde hay una réplica de esta bella obra.

No son ruinas. La roca y la argamasa están vivas. Estructuras ahora circulares, ahora con forma de rectángulo. Largos escalones. Pisos que se extienden y se elevan. En este sitio se encontró la célebre escultura “El adolescente huasteco”, hoy resguardada en el Museo Nacional de Antropología.

Vine a Tamohi porque quería escribir sobre la Huasteca un hermoso poema. Y en su corazón arcaico no encontré palabras, sino imágenes. Ninguna retórica, más bien un punto donde la Historia recomienza. ¿Querrías, tú, volver conmigo a la ciudad efervescente?, ¿ayudarme a escribir ese gran poema?

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