Cómo bailar una danza un poco macabra pero iluminadora
Sarajevo. Miguel Barquiarena. Abismos, casa editorial, 2019.
Sarajevo
es otra forma de decir Tamaulipas. Sarajevo es otra manera de decir espejo.
Sarajevo es otra manera de decir sicario. Sarajevo es otra manera de decir no
puedo sangrar esta noche, cariño, ya me he quedado vacía. Sarajevo es otra
forma de decir hoy amanecí sin ojos, pero todavía me queda la dentadura. Un poco
de sol en las uñas. La esperanza de que mi madre cave tan hondo en la tierra
que rescate de mí un trozo de fémur. Sarajevo es el oficio de hombres que oyen
un corrido mientras desentierran esperanzas para no perder del todo la sonrisa,
la gota de agua en la mirada.
II
La
muerte puede ocultarse, fácilmente, en los nombres comunes: 1199 es una buena
cifra para ganarse en un raspadito; un poco extrema pero aceptable para
imprimir en una nota de supermercado, una cifra que puede tener utilidad en un
inventario de libros o de recuerdos, no en un papel periódico que se lee de
soslayo, no para ocultar nombres de mujeres (lo que no se pronuncia no existe),
no para enmarcar la fosa común que ha llevado al poeta a decirnos:
Candy
se fue igual que una bola ocho
que
es golpeada directo al agujero de la esquina
en
el billar de abajo del hotel donde la ahorcaron.
El
poeta ha escrito estos versos (¿debo llamarlos versos o reconocer en ellos un
pasaje periodístico dicho con elegancia? Si es que puede haber elegancia, algo
de raciocinio en la representación cruda de la tragedia). El poeta ha escrito
estos versos, digo, porque ha reconocido la condición de la violencia que se
repite en puntos equidistantes de la historia, si concebimos la historia humana
como una espiral del horror.
Como
un cantor, el poeta nos da una versión posmoderna de aquel antiguo poema de
Henri Cazalis: Zig y zig y zag, muerte en
ritmo golpeando una tumba con su talón. Aunque acaso entre las líneas de
Juan Miguel no hallaremos resonancias de violín, sino de balas, de llantas
moliendo el asfalto y de gemidos que no alcanzaron a ser gritos.
Más
allá del nivel alegórico, el poeta del que hoy vengo a hablarles hace una
alusión directa a la muerte, sin cortapisas, como un buen reportero, para
contarnos lo que está pasando en un país que podría ser cualquier país, pero es
el nuestro; al pie de cualquier puerta del mundo, pero es la nuestra:
La
otra noche apareció una mujer en la puerta.
Suplicaba
que le prestáramos el teléfono.
Según
esto, en la siguiente esquina,
unos
muchachos la bajaron con violencia de su coche
Un
poema que podría ser también un cuento breve de terror o una nota roja contada
con mesura.
Aquí
reafirmo el talento de Miguel Barquiarena para contarnos un drama completo en
tres líneas:
Imagina
un puño cerrado
que
no quiere dejar escapar
el
humo del cigarro.
Sin
desdeñar la belleza y el ritmo que caracterizan la poesía, con el filo de la noche se corta el cordón umbilical de la esperanza,
tenemos como resultado un libro híbrido, donde las ciudades del mundo en las
que ha habido dolor convergen, tras una sola línea fronteriza, del otro lado la
indolencia se yergue frente al televisor.
III
El
novelista español Juan José Millás dijo en una entrevista: “Busco la puerta que
conduce a la realidad porque estamos en el delirio”, refiriéndose a que un
escritor no necesita inventar realidades alternas o extravagantes, porque ya
vivimos en la ficción, una ficción mala, algo que no puede ser la realidad. Me
parece que Juan Miguel, en una postura análoga, sabe que estamos habitando el
espanto y que acaso exista una dimensión contraria a esta (¿o acaso no?,
pregunto desde mi solitario análisis). ¿Será su escritura una forma de buscar
esa grieta en la distopía para dejarnos entrever un mundo menos violento?
Quizá
nos parezca que la poesía no sirve para nada, que no detiene balas ni nos
devuelve a nuestras hermanas, aunque si nos ponemos algo aristotélicos
podríamos argüir su cualidad de reflejo. Una sociedad desposeída de poetas, de
artistas, es una sociedad que no tiene dónde o cómo reflejar la emoción. El
libro Sarajevo, en este sentido, es como
un polvo de mariposas que echamos a la urna del cuerpo, quizá esperando que
algo pase o quizá nos diría su autor, con tono mordaz y certero: no pasará nada, pero es una bella forma de
mirar el porvenir.
mvg
San
Antonio, TX, 26 de septiembre de 2019
X Encuentro de Escritores Letras en la Frontera
Tu mirada a Sarajevo es un caminar preciso por terrenos donde la muerte es la constante. Y pensar que se dice tanto de la Poesía como algo no utilitario! Pues aquí está la muestra de que eso no es cierto. Es denuncia, es coraje, es la voz que se atreve cuando el miedo silencia las gargantas. Es llorar con los ojos más secos que un desierto. Es gritar el hartazgo, es convocar en versos a resistir, no perder la esperanza y a continuar sin miedo aunque la Muerte aceche en todas las esquinas.
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