por Dolores Gloria, poeta y narradora, México-USA
#SiLaMuerteSeEnamoraDeMí (Voces de Barlovento Editores, 2019),
desde esa primera frase Marisol Vera Guerra te saca el corazón palpitante del
cuerpo y lo estrella contra el suelo. Cuántos de nosotros no hemos idealizado a
La Muerte como un ser más elevado e indeseable. Y a pesar de no querer
codearnos con ella, se nos va la vida en ignorar que tenemos fecha de
caducidad. Así Marisol Vera sentencia como
si el tiempo fuese un licor barato.
La Muerte calaca de hueso sin risas no es,
según Marisol, como la pintan, sino de sal, perseguidora de poetas y mujeres
que la desprecian y le escupen en la cara. Es víctima de la definición humana y
se siente muy sola.
Hoy
la muerte me persiguió por las escaleras
estirando
su mano de salitre
no
es en realidad como la pintan […]
la
muerte es robusta como un cetáceo
y
usa pantalones flojos
(“#SiLaMuerteSeEnamoraDeMí”)
Marisol traza el sufrimiento como algo que
pasa inadvertido por la realidad narcisista y la digitalización de los
sentimientos, que atrapan a la justicia en un espejo de opiniones en los que
esta y la falta de la misma pesan lo mismo en juicios de extraños que no han sido
victima, victimario o testigo.
En sus imágenes oscuras salva-humanidades,
Marisol denota su amor a pintar la verdadera Poesía y sus sueños de espantapájaros;
y redefine el deseo de morir como el efecto de una droga psicodélica con la que
experimentas hasta la adicción.
Yo no juzgo a los suicidas
porque sé
en verdad sé
lo que es caminar a
media noche
sobre una arena tibia
adentrándote en el mar
deseando que su ola te
alcance
(“Causas naturales”)
Después de leer #SiLaMuerteSeEnamoraDeMí, los sueños ya no son los mismos, sino
inmersiones en agua oscura y pesada, en la que ves hundirse un mundo entero y tú
en la orilla contemplando la catástrofe.
Marisol pelea con la realidad determinada
por los hombres y acude a la determinada por La Muerte, porque todos traemos
olor a muerte y se acentúa al pasar el tiempo.
Si no existe la Justicia que venga la
Locura, que venga y queme las vendas que nos ciegan, y que sigan las letras
iluminando nuestra conciencia para tener como Marisol nuestra propia idea de la
felicidad:
Sé que la felicidad esta
devaluada
en estos tiempos [...]
he oído que solo pueden
ser felices
los iletrados […]
los que nunca han pisado
un universo paralelo
ni han dormido a la
interperie
(“Mi idea sobre la
felicidad”)
Yo también al igual que Marisol, le he
coqueteado a la Muerte, y a través de las imágenes de este libro me he abrazado
a ella tratando de seducirla y ahora sé lo difícil que es soltarse.
que buena reseña, y los fragmentos me encantaron (en lo que es la deficion literal de encantar). Excelente trabajo, Marysol.
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