Para Antonio y Manuel
Camino
por esta ciudad como si fuera un bosque, ¿lo entiendes?, pero de qué hablo
cuando digo la palabra bosque. ¿Si renombráramos las cosas, las cosas se
transformarían en eso que pronunciamos? ¿Si yo le llamase a esta pared “árbol”
se convertiría en un árbol?, ¿o lo sería solo para mí? Veo a una mujer que
desciende por la vieja calle de la ferretería y pienso que es como un elfo,
aunque sé que es una mujer y no una criatura mágica. ¿Lo ves? Distingo entre lo
real y lo imaginario. ¿No es la certeza de que no soy un babuino? No hay nada
frío, me dices que no hay nada frío mientras avanzamos por pasillos olorosos a
jabón y tabaco escuchando los colores que se desprenden de cada objeto en
movimiento, la silla y el vaso que se arrastran en direcciones contrarias.
Un muchacho teclea sobre (la) máquina del alma y aparece una
cifra en su boca.
Qué tal si las más triviales frases revelan algo sobre
nuestra existencia. Qué tal si nuestra lengua va cartografiando nuestro destino
a cada instante. Acaso no hablaríamos más que para decir con inocencia arena o virgen o estruendo. Si lo
supiéramos nos quedaríamos callados para siempre.
La mujer viene ahora hacia nosotros agitando sus brazos como
alas, la veo volar pero sé que son brazos y no alas, entonces creo que estoy
consciente. Eso leí en los manuales de psiquiatría. Esto es la consciencia:
distinguir entre un pájaro y una anciana que hace la parada al autobús. No lo dudo
ni cuando esa garra invisible tironea desde el abismo cantando quédate adentro.
¡Si lo supiera! No hay fuera ni dentro en esta sucesión de instantes. Morgana
me lo dijo, Yo estoy aquí. ¿Y qué significa aquí?, ¿un lugar, un fragmento de
tiempo, el vidrio trepidante de la ventana? Los armónicos, ¡son los armónicos!,
la partícula opuesta al electrón, la oscuridad al fondo del universo.
Un destello envuelto en alquitrán alumbra la plaza donde
estamos juntos. Y te hablo de mi hermano, de los sonidos puros, de aquella vez
que percibí la danza de mis células y le pedí a mi cuerpo hacerse bello. Y le
ordené a mi mente que escupiera alacranes. Y vomité demonios por mis ojos.
También la tristeza se irá como se van las mariposas detrás
de los cuervos.
(Hemos estado equivocados desde el principio. Paremos en
seco y volvamos a construir el mundo).
No hay comentarios:
Publicar un comentario