Qué me ves, dijo su esposo, mientras Ella lo miraba desde una dimensión secreta. La voz le escurrió de entre los dientes con torpeza: nada.
.
Siempre que se convertía en otra, era necesario verlo a Él, como se ve un ancla enterrada en la arena (obstinadamente), para volver al mundo de los despiertos.
Fotografía: mvg
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