Solo cuando empecé a maternar pude comenzar a trabajar la relación con mi propia figura materna. Siempre me sentí desprendida de mi madre; la percibía, sí, como una mujer admirable pero extraña. No se me dio ese vínculo que tienen las niñas con la madre, de buscar sus brazos o su protección, de abrevar la ternura; parecía haberse abierto desde el primer día una brecha que a ratos pasaba sobre el vientre como un aleteo. Escribí para mi madre poemas desde que era muy niña porque no sabía de qué otra manera se habla con las madres. Pero después del punto, la mano permanecía vacía; las rodillas inmóviles.
He aquí a la mujer: La vera guerra
poemas, artículos, viñetas de Marisol Vera Guerra
14.5.22
Mirarte en el espejo de quien te procreó
12.9.21
Él era un gigante
11.9.21
El llanto es una nuez gruesa
Siempre tuve la palanca del llanto descompuesta, cuando de niña algo me dolía no sabía cómo girarla; una especie de guijarro caía por mi garganta como por un pozo. Sentía mis músculos contraerse hasta dificultarme la respiración. Acaso esa fue una de las razones de aquella tos incurable que ningún médico sabía explicar, y por ello se contentaban con dar prohibiciones: No deje que a la niña le den las corrientes de aire, que no la toque la lluvia, que no salga sin suéter, que no pise el suelo sin zapatos. Pasé por todos los estudios de estreptococos, estafilococos y alérgenos que se les ocurrieron a los pediatras, otorrinolaringólogos y alergólogos. Esas palabras eran parte de un imaginario extraño, un mundo poblado de bichitos, pequeños monstruos que me comían por dentro.
1.7.21
Consejos para leer este libro: la poética de Marisol Vera Guerra
"Además
del poeta parisiense autor de Las flores del mal, es posible encontrar,
no solo en este libro, sino a lo largo de toda su obra poética, referencias y
guiños a las lecturas y los autores que han hecho de Marisol Vera Guerra la
poeta deslumbrante que es hoy. Por las páginas que siguen los lectores podrán encontrar
ecos tan variopintos como los de Platón, Kafka, Camus, Sartre, Freud, Papini,
Plath, Rulfo, Kierkegaard y Shakespeare, entre otros, que junto con versos
irónicos o abiertamente chuscos (“tu estómago es hoy un buen amigo” o “[la
gente prefiere antes que la felicidad] una tarjeta de puntos de Soriana”)
equilibran con precisión quirúrgica la respuesta sensible que buscaban
producir". Francisco Barrios
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