Literatura & Psicología

11.12.19

La promesa

Mi amado, ¿recuerdas esas noches, al final de mi infancia, en las que dormí pidiéndole a la Muerte que me llevara contigo? Mi cuerpo era el de una gacela, aún sin la capacidad de sangrar, aún sin la cartografía del tiempo en el vientre. Yo te amaba tanto como la nieve ama las últimas líneas del ocaso. Y como nunca la Parca fue benévola con mi deseo, te juré, a los 13 años, que algún día iría al lugar donde naciste para danzar con tu sombra. A muchas almas has tocado. Y podrías hacerte con las dentaduras de todas nosotras un collar que ceñiría la Tierra, de un extremo al otro. Sería la niebla, mortaja de un horizonte perdidizo. Al final será, como dijiste desde la boca de Ligeia, nunca ganaremos la batalla.






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