El hombre desenvaina la lengua
como un pez al
que ha de arponearse desde lejos
y grita
no
soy yo
cuando
la arena burla su sonrisa
cuando la espuma de la mar limpia sus pies
cuando las conchitas asoman del agua
negras
perlas negras
y canta la lluvia en diminutos cántaros
que las muchachas
hacen sonar
con sus manos pequeñas
al bajar la colina un faro
tiende cuerdas de luz amarilla
hacia la eternidad por ese color tenue
cien aves aletean
pecho en hilos grises pluma y ojo
desangrados
una estela de rasguños
cubre todas las tristezas porque el hombre
lanza la red hacia sí mismo
llenando
mi bajel de maldicionesfotografía: mvg
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