Literatura & Psicología

11.9.10

México Joven y post-joven

Publicado en La Razón. Tampico, Tamaulipas. Martes, 7 de septiembre de 2010.
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Regios, tamaulipecos, tlaxcaltecas, duranguenses y otros viajeros de este cuerno de la abundancia, aun de más allá de la frontera mexicana, asistimos del 26 al 28 de agosto al Tercer Encuentro México Joven, organizado por Maja Zawierzeniec, presidenta de la Asociación Cultural Polaco-Mexicana BOCIAN&NOPAL .

El punto de reunión fue la ciudad de Monterrey, a la que encontré sumergida en esa calma extraña que envuelve días aciagos. El bullicio de otros años daba paso a miradas oblicuas. Lo cierto es que no faltó espacio para los buscadores de tesoros. Artistas visuales, poetas y narradores nos dimos cita en la Casa de la Cultura para compartir letras y destellos, silencios y movimientos.

Nunca he estado en Polonia. Pero la lluvia de fotos, poemas y pinturas de este país, disparada en medio de la sala, me hizo sentir que era un lugar cercano. Abundaron los tonos grises. El fantasma del Holocausto entre los muros de la memoria. “Todas las ciudades se parecen”, todas tienen algo en común, asentimos cuando Maja nos mostró escenarios de Varsovia y de su lugar natal: Tczew (que a los mismos polacos se les dificulta pronunciar).

De la primera mesa de Poesía evoco ahora la voz de Gabriela Cantú, como seda acariciada por el viento, y el Alucinacimiento de Julio César Aguilar, palabras abrevadas en la luz.

Y no olvido mencionar a las plumas tamaulipecas: Lizette Álvarez, Celeste Alba Iris, Marcos Rodríguez y Juan Miguel Pérez. Además, Erika Said (que ya vive en McAllen), quien me acompañó en la presentación de mi libro Tiempo sin orillas, y dijo algo así como que no puedo evitar ser poeta (aunque en realidad estudié psicología).

Páginas más, páginas menos, estuvieron presentes las Crónicas perdidas de Gerson Gómez; los poemas de El amor es una bestia sin huesos, de Pablo Martínez; las historias tejidas Entre muros, de Israel Alvarado, y la antología de cuento Polvos de Venus, comentada por Isadora Montelongo. Especialmente degusté la lectura de Alejandro Ipatzi, de su volumen de cuentos Ahora que somos tantos y los divertimentos narrativos de Marcos Rodríguez, que prometió enviarme pronto uno de sus libros.

Diversas obras emergentes se valen de los medios electrónicos, como el videoperformance de Viktor Díaz. En contraste Cielo Donís, artista plástica, propone un rescate de las técnicas antiguas para liberar el cosmos bajo la piel. Valiéndose de técnicas medioevales pinta la realidad con un lenguaje contemporáneo.

Las mesas de debate fueron la sal del evento. Entre ellas la coordinada por Celeste, sobre las convergencias y divergencias entre los creadores de distintas edades: después de los 24 todos somos adultos, y pasados los 30, post-jóvenes.

No faltaron los novísimos, como Reynaldo, que llegó de pronto con sus diecisiete años doblados en una libreta y Los detectives salvajes en la mochila.

¿Conclusión? Para unos la juventud se acaba a los 24 años o a los 30 o a los 40. Para otros, lo "joven", es lo que está en proceso de ser maduro, lo que no ha alcanzado un carácter propio o lo que se asoma por primera vez al acto creativo, independientemente de la edad cronológica; para mí la auténtica juventud está en la capacidad de renovarse. Cuando una obra mantiene su vigencia a través del tiempo, es siempre nueva.

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