Literatura & Psicología

3.8.20

Algunas consideraciones sobre El cuaderno de don Baruj


para Santiago Daydí-Tolson


Nadie sabe nada acerca de don Baruj (como si alguno se nosotros supiera, de cierto, alguna cosa), pero nadie puede negar su existencia, pues esta noche él me ha acompañado mientras bebo una taza de café frente a mi laptop. Tengo el hábito de beberlo frío, no por gusto, sino porque entre sorbo y sorbo demasiadas ideas pasan galopando de mi cabeza a la página (que jamás está en blanco) y, entonces, la consideración del tiempo se vuelve un tema serio. Decía, si don Baruj me ha acompañado hoy será porque, sin lugar a dudas, existe. Aunque no me queda claro cuál es la dimensión de dicha existencia; lo que sí puedo decir, sin temor a equivocarme, es que no se trata de una dimensión espacial, más bien una temporal, no lineal y progresiva como la que reconocemos desde nuestra ortodoxia, no... sería algo más parecido a esas dimensiones arrolladas de las que hablan algunos teóricos o, siendo muy atrevida, una forma de Calabi-Yau.

Él es uno de esos seres formados por los fragmentos de múltiples pensamientos, un botánico que podría decirnos el género y la especie de las flores olvidadas en los libreros, aquellas hechas ceniza entre los rayos del sol y el mordisco de la termita; es el filósofo que no nos dará ningún placebo para adormecer la quemadura de los labios, tampoco nos punzará el alma con una provocación. Él simplemente bebe su taza de café, en silencio, y de vez en cuando responde alguna pregunta lanzada al aire como una moneda antigua (sí, porque todas las preguntas son antiguas; cualquier interrogante que señale nuestra mente ya ha sido formulada por alguien más en algún rincón del tiempo: ya sea hacia atrás, hacia delante o hacia esa coordenada invisible de la memoria).

Algo me hace sentirme libre, libre de la dictadura de la permanencia, del triste sueño de la inmortalidad, entre estos sorbos de café frío, cuando don Baruj me dice, quedito, al oído, con esa manera tan peculiar que tiene de explicar las cosas: "La rosa, bien se sabe, se marchita a diario".



Libro citado:
Santiago Daydí-Tolson. El cuaderno de don Baruj, Alja Ediciones, Matamoros, 2017.

2 comentarios:

  1. Me han dicho en el Café Labrapalabra que a don Baruj le ha gustado mucho tu comentario, sobre todo el de reconocerle que, a pesar de que es pura palabra su presencia, tiene existencia: vive.

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    1. Marisol Vera Guerra30/12/20, 1:50

      Me alegra mucho saber que don Baruj está complacido con este manojo de letras. Espero que lo haya leído acompañado de un buen café.

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