Literatura & Psicología

1.10.19

Sarajevo es otra forma de decir Tamaulipas

Cómo bailar una danza un poco macabra pero iluminadora 


Sarajevo. Miguel Barquiarena. Abismos, casa editorial, 2019. 

I
Sarajevo es otra forma de decir Tamaulipas. Sarajevo es otra manera de decir espejo. Sarajevo es otra manera de decir sicario. Sarajevo es otra manera de decir no puedo sangrar esta noche, cariño, ya me he quedado vacía. Sarajevo es otra forma de decir hoy amanecí sin ojos, pero todavía me queda la dentadura. Un poco de sol en las uñas. La esperanza de que mi madre cave tan hondo en la tierra que rescate de mí un trozo de fémur. Sarajevo es el oficio de hombres que oyen un corrido mientras desentierran esperanzas para no perder del todo la sonrisa, la gota de agua en la mirada.

II
La muerte puede ocultarse, fácilmente, en los nombres comunes: 1199 es una buena cifra para ganarse en un raspadito; un poco extrema pero aceptable para imprimir en una nota de supermercado, una cifra que puede tener utilidad en un inventario de libros o de recuerdos, no en un papel periódico que se lee de soslayo, no para ocultar nombres de mujeres (lo que no se pronuncia no existe), no para enmarcar la fosa común que ha llevado al poeta a decirnos:

Candy se fue igual que una bola ocho
que es golpeada directo al agujero de la esquina
en el billar de abajo del hotel donde la ahorcaron.

El poeta ha escrito estos versos (¿debo llamarlos versos o reconocer en ellos un pasaje periodístico dicho con elegancia? Si es que puede haber elegancia, algo de raciocinio en la representación cruda de la tragedia). El poeta ha escrito estos versos, digo, porque ha reconocido la condición de la violencia que se repite en puntos equidistantes de la historia, si concebimos la historia humana como una espiral del horror.

Como un cantor, el poeta nos da una versión posmoderna de aquel antiguo poema de Henri Cazalis: Zig y zig y zag, muerte en ritmo golpeando una tumba con su talón. Aunque acaso entre las líneas de Juan Miguel no hallaremos resonancias de violín, sino de balas, de llantas moliendo el asfalto y de gemidos que no alcanzaron a ser gritos. 
Más allá del nivel alegórico, el poeta del que hoy vengo a hablarles hace una alusión directa a la muerte, sin cortapisas, como un buen reportero, para contarnos lo que está pasando en un país que podría ser cualquier país, pero es el nuestro; al pie de cualquier puerta del mundo, pero es la nuestra:

La otra noche apareció una mujer en la puerta.
Suplicaba que le prestáramos el teléfono.
Según esto, en la siguiente esquina,
unos muchachos la bajaron con violencia de su coche

Un poema que podría ser también un cuento breve de terror o una nota roja contada con mesura.
Aquí reafirmo el talento de Miguel Barquiarena para contarnos un drama completo en tres líneas:

Seguridad pública
Imagina un puño cerrado
que no quiere dejar escapar
el humo del cigarro.

Sin desdeñar la belleza y el ritmo que caracterizan la poesía, con el filo de la noche se corta el cordón umbilical de la esperanza, tenemos como resultado un libro híbrido, donde las ciudades del mundo en las que ha habido dolor convergen, tras una sola línea fronteriza, del otro lado la indolencia se yergue frente al televisor.

III
El novelista español Juan José Millás dijo en una entrevista: “Busco la puerta que conduce a la realidad porque estamos en el delirio”, refiriéndose a que un escritor no necesita inventar realidades alternas o extravagantes, porque ya vivimos en la ficción, una ficción mala, algo que no puede ser la realidad. Me parece que Juan Miguel, en una postura análoga, sabe que estamos habitando el espanto y que acaso exista una dimensión contraria a esta (¿o acaso no?, pregunto desde mi solitario análisis). ¿Será su escritura una forma de buscar esa grieta en la distopía para dejarnos entrever un mundo menos violento?

Quizá nos parezca que la poesía no sirve para nada, que no detiene balas ni nos devuelve a nuestras hermanas, aunque si nos ponemos algo aristotélicos podríamos argüir su cualidad de reflejo. Una sociedad desposeída de poetas, de artistas, es una sociedad que no tiene dónde o cómo reflejar la emoción. El libro Sarajevo, en este sentido, es como un polvo de mariposas que echamos a la urna del cuerpo, quizá esperando que algo pase o quizá nos diría su autor, con tono mordaz y certero: no pasará nada, pero es una bella forma de mirar el porvenir.  

mvg
San Antonio, TX, 26 de septiembre de 2019
X Encuentro de Escritores Letras en la Frontera



1 comentario:

  1. Tu mirada a Sarajevo es un caminar preciso por terrenos donde la muerte es la constante. Y pensar que se dice tanto de la Poesía como algo no utilitario! Pues aquí está la muestra de que eso no es cierto. Es denuncia, es coraje, es la voz que se atreve cuando el miedo silencia las gargantas. Es llorar con los ojos más secos que un desierto. Es gritar el hartazgo, es convocar en versos a resistir, no perder la esperanza y a continuar sin miedo aunque la Muerte aceche en todas las esquinas.

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