Literatura & Psicología

1.8.15

Yo quiero tanto a Julio, de Silvia Favaretto

Texto leído durante la Primera Feria del Libro Independiente de Monterrey. Título de narrativa en Ediciones Poetazos.


Yo quiero tanto a Silvia y Silvia quiere tanto a Julio. A ella le gustan los cronopios como a mí me gusta espiar desde la mirilla del ombligo, esas catedrales derrumbadas del pensamiento donde lo imposible surge y se eleva a la condición de eterno.

Silvia es una salamandra enamorada de una muchacha, es una línea de tinta china en la piel, una palabra que ha extraviado sus fonemas, una hoja en blanco afilada como los ojos del lector. Porque el lector aquí es su cómplice, no es aquel inocente y pasivo que encuentra todas las posibilidades agotadas.

Silvia y su libro son ahora ese horizonte de sucesos por el que resbala la memoria. Todos somos hijos de Cortázar, como él fue hijo de Verne y de Poe y de su propia voz. Julio, el hombre al que amamos u odiamos, al que damos de comer por los recovecos de los sueños, al que invocamos para darle un knockout al lenguaje, y al que de vez en cuando oímos maldecir. Al que podemos echar en una carretilla y sacar de nuestra biblioteca y gritarle como a un espejo negro te odio por no ser un gato blanco cayendo desde la cornisa de la tarde, entre lámparas llenas de fiebre y de ruidos de jazz, ruidos alegres y turbios como un Louis Armstrong de papel arroz estrujado.

Silvia lo sabe, oculta detrás de ese apellido un poco ajeno a nuestra lengua. Favaretto. extraño que no es lo mismo que decir recién inventado, que no es lo mismo que extraterreno o posthumano o ciberpoético. Qué feliz serías, Julio, en este tiempo, el siglo del neologismo y de la fractura. Ay, ¿pero no eras tú quien hablaba sobre esa caída interminable? Eso es la felicidad para Julio y para Silvia y para mí: caer, caer, caer irremediablemente hacia el abismo y contemplarnos, azorados, desde el fondo como animales prehistóricos que vislumbran un mundo aún sin destruir 



1 comentario:

  1. Feliz y bendecida por tus palabras, hermana de mi alma, lejano espejo de mis entranas... En algùn momento se va a unir nuevamente ese UNO que fuimos al principio de los tiempos. Silvia

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