Literatura & Psicología

19.12.14

El escritor que todos llevamos dentro

Publicado en La Razón. Tampico, Tamaulipas, jueves 18 de diciembre de 2014.

Como editora y tallerista he descubierto que mucha más gente de la que podría imaginar siente, en algún momento de su vida, una necesidad genuina de escribir, de contar algo, de revelarse a través de la palabra. Muchos, cuando llega febrilmente esta primera “inspiración” creen que bastan las buenas intenciones para escribir creativamente. Lo cierto es que, así se trate de un mero experimento o de un afán por convertirse en escritor, la escritura creativa requiere aprender a ver el mundo desde ángulos distintos a los convencionales. Todo acto creativo, en sí, parte desde una reorganización del pensamiento. Necesitamos desaprender las rutas de pensamiento que nos ha dado la cultura y, en buena medida, otorgarle un sentido lúdico al lenguaje. 
  
No pocos escritores han intentado develar el hilo negro del oficio literario. Por ejemplo, en el siglo XIX, Edgar Allan Poe afirmaba que un escritor debe seguir un plan establecido en el que elija los recursos que han de suscitar emociones en el lector y, desde la primera línea de su texto, anticipar el final. ¿De veras este mago del terror era siempre tan bien portadito con sus letras? Borges dijo al respecto: “Nuestra imagen de Poe, la de un artífice que premedita y ejecuta su obra con lenta lucidez, al margen del favor popular, procede menos de las piezas de Poe que de la doctrina que enuncia en The philosophy of composition”. A mi gusto, las obras del bostoniano revelan meticulosidad y búsqueda obsesiva por la perfección, mas también ese toque de exaltación creadora, irracional, que acaso no provenga de la técnica sino del talento puro. Y en verdad le importaba que sus textos fueran leídos; no nacían de un impulso para luego ser echados al cajón.

Un siglo después de Poe los Beatniks proclamaron una poética absolutamente desligada de la premeditación, lo que los surrealistas habían empezado antes. Jack Kerouac mencionaba acerca de la prosa espontánea: “Ninguna ’selectividad’ de la expresión sino el seguimiento de la libre desviación (asociación) de la mente hacia los ilimitables mares del pensamiento [...] Si es posible escribe ’sin conciencia’ en semitrance”.

Ya sea con premeditación, al estilo Poe, o en semitrance kerouaciano, afectaremos los sentidos del lector. 

Ahora, en esta época en la que publicar se encuentra tan sólo a un “clic” de distancia entre el aspirante a escritor y su blog, ¿puede cualquier persona llegar a escribir bien?


Creo que todo ser humano puede aprender sobre la escritura como puede aprender a nadar. No he visto que ningún medallista olímpico de natación se ofenda porque el resto de nosotros, simples mortales, nos echemos un clavado en una alberca, ¿por qué, pues, ha de ofenderse un escritor consagrado cuando su vecino quiere hacer poemas? Claro, hay que ser juiciosos, mal me vería yo –que ni siquiera me he consagrado en algo– pretendiendo ser nadadora profesional como mal se vería el vecino llamándose artista por improvisar versos. ¡Pero no nos cerremos!, dejemos que la gente escriba y el tiempo se ocupará de darle a cada quien su lugar.

1 comentario:

  1. MUY ALECCIONADOR Marisol...
    Claro ejemplo que todos podemos si nos lo proponemos...

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