Literatura & Psicología

27.11.14

Consumismo y anarquía

Publicado en La Razón. Tampico, Tamaulipas, noviembre de 2014.

Hace unos días leí la columna de Laura Fernández (Los signos en el ojo) en el Diario Amotape, de Perú, bajo el rubro “Sobre distopías, el buen fin y Ayotzinapa”, donde la escritora cuestionó el hecho de que muchos mexicanos estaban más atentos a las ofertas de los negocios que a los últimos acontecimientos relacionados con Ayotzinapa, e ironizaba refiriéndose al Buen Fin, ¿del mundo?

Yo que soy una outsider, que no ve televisión y rara vez acude a los centros comerciales, jamás le había puesto atención al dichoso Buen Fin, pero esta vez me dediqué a observar a algunos compradores potenciales en los bazares. Vi personas hipnotizadas frente a los televisores de pantalla plana, preocupadas porque los viejitos pronto van a descontinuarse, y a otras tantas recorriendo ansiosas con la mirada una serie de artículos que probablemente no necesitan, a los cuales hace un par de meses les subieron el precio para poder, en ese momento, bajarles el excedente y presentarlos como rebaja.

Unos días antes me había topado en el televisor de una oficina un programa de variedades. Después de mi larga dieta televisiva, asomarme de nuevo a ese mundo fue un impacto, como recibir un knock out, como esa impresión que recibimos cuando volvemos a un lugar en ruinas. Me asqueó la forma en que se convierte a las mujeres en objetos básicos de consumo y en que se lucra con las emociones (y entre los buscadores de “ofertas” vi precisamente, a varias señoras que comentaban sobre la necesidad de seguir viendo sus telenovelas). Hago hincapié en que no estoy en contra de que la gente use este medio, sino de que abunden los programas chatarra y que estos sean a los que tiene acceso la mayoría de la población mexicana, en los que el mensaje tácito parece ser: "gracias por burlarte de mí".

Ante esta maquinaria de enajenación, ¿queda lugar para el pensamiento crítico? Por primera vez en décadas, en los últimos dos meses hemos visto a una parte del pueblo mexicano sacudirse el letargo y unirse en diversas manifestaciones, exigiendo justicia no sólo por la desaparición de los 43 normalistas, sino por todos los atropellos que son cotidianos para nuestro aberrante gobierno. Sin embargo veo aún adormiladas a muchas personas que siguen viendo desde afuera estos sucesos, ¿es que sólo cuando nos alcanzan a nosotros reaccionamos, o ni así?

Oigo en estos días llamar “anarquistas” a quienes perpetran actos violentos. La verdadera anarquía confía en el ser humano y en su capacidad para vivir en comunidad sin la necesidad de gobernantes. El auténtico anarquista es un ser inteligente, que ejerce el pensamiento crítico y la libertad. No nos confundamos y no cejemos en nuestro esfuerzo colectivo por reclamar nuestros derechos, ora marchando, ora dando opiniones valiosas, ora educando a nuestro hijos con un criterio firme.


No hay comentarios:

Publicar un comentario