casi es la hora de
impartir cátedra en la universidad y toda la ropa que hay en el clóset de mis
padres es de hace diez años. ¿Cómo voy a caber en estas blusas si estoy
embarazada? Poco a poco, al irme probando las blusas, mi panza desaparece
frente al espejo.
Salgo. Un monte oscuro y
espeso enmarca el pavimento. Para evitar ser arrollada por un automóvil me
elevo sobre los árboles. Flotando llego hasta un cementerio. ¡Qué viejas y
abandonadas tumbas! Una lucecita titila dentro de una capilla. Abro. Por dentro
es bastante amplio: encuentro mesas e instrumentos de laboratorio.
Hombres y mujeres, con
trajes blancos y cofias, se mueven sigilosos. Veo a una mujer dar vueltas a un
torno ardiente con el que desuella ratas. Un hombre disecciona niños vivos,
otro más le saca a uno el ojo derecho. Un joven ríe mientras le inyecta a la
víctima una sustancia que vuelve su cuerpo gelatinoso.
Los niños ahora son
gusanos translúcidos con pelambre verde fosforescente.
Un alarido.
Los ojos caen de sus
órbitas.
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