Literatura & Psicología

14.11.13

Sandra Bullock y la fuerza de gravedad

Publicado en La Razón, Tampico, Tamaulipas, jueves 14 de noviembre de 2013.

No sé si se deba a que hace mucho tiempo no iba al cine y no disfrutaba la sensación de cruzar ese portal a una dimensión alterna, con olor a mantequilla, en la que el mundo se concentra en una pantalla gigante. No sé si sea que no tengo televisión y me había olvidado de esa actitud pasiva, completamente expectante, sin la posibilidad de poner pausa o de estar haciendo cuatro cosas a la vez. Acaso simplemente porque de niña quería ser astronauta, la película de Gravity me pareció bella. Ver el globo terráqueo flotando en el espacio fue conmovedor y, en una época saturada con efectos especiales superfluos y excesos de todo tipo, me agradó volver la mirada a esta sobriedad de diálogos y escenarios.

     Si bien no soy una auténtica fanática del género de ciencia ficción (pues los fanáticos de a de veras han visto todas, todititas las cintas de culto, o aspiran a verlas, o tienen en su cuarto alguna colección extravagante), éste ha sido siempre uno de los que más disfruto. “Gravity” me ha gustado, al margen de las crudas observaciones hechas, no por los críticos de cine, sino por los científicos, respecto a la credibilidad de los sucesos (como que el Hubble y la estación espacial, entre las que los astronautas Matt Kowalski, interpretado por Clooney, y Ryan Stone, por Bullock, “saltan” con tanta facilidad, están en órbitas completamente diferentes). No, definitivamente no me parece una revelación de nuestra época que dejaría atrás a “2001: una odisea del espacio”, ni un nuevo monumento estético, pero sí es una película, a mi juicio, hermosa, que nos retorna a la pregunta filosófica más básica de todas: ¿cuál es el lugar del ser humano en el universo?

     Y abona más a mi gusto el que esta trama, que hurga en lo existencial, tenga por protagonista a una mujer. Creo que durante siglos la literatura que habla sobre el género humano (y después, el séptimo arte), se ha enfocado prioritariamente a la figura del varón como ser consciente de su presencia en el mundo. No diré que haya sido o no intencional, de parte del director (mexicano, por cierto) Alfonso Cuarón, pero sí me parece un acierto, aunque también podamos interpretar fines netamente comerciales (poner a una estrella guapísima flotando sin gravedad).

     Como cualquier otra cosa, esta película ofrece distintas “lecturas”, diferentes ópticas. Hay quien me ha dicho “está bien a secas”, y quien ha ido tres veces seguidas a verla encontrándola cada vez más fascinante.


     El final, bueno, no voy a decirlo aquí, por supuesto, es casi predecible, aun así lo califico de perfecto en su simpleza, como un verso breve que acaba en sonido agudo.

1 comentario:

  1. Las personas que dicen "no sé qué le viste de bueno a esta o aquella película porque no me gustó", no se dan cuenta que nadie recibe el mismo estímulo ante un mismo mensaje. Saludos

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