Literatura & Psicología

20.11.12

Fe de erratas

Publicado en La Razón. Tampico, Tamaulipas, noviembre de 2012.


Es curiosa la forma en que la Historia se va tejiendo en el imaginario colectivo, como asociamos rostros con frases e inventos famosos y las suposiciones que nos hacemos acerca de algún pasaje histórico en relación a lo que sabemos –o, mejor dicho, lo que nos han contado.
      Por ejemplo, la etiqueta de “nuevo mundo” impuesta por los conquistadores nos podría hacer creer que tuvimos alguna desventaja evolutiva en nuestro continente, en relación a los demás, debido a que “comenzamos tarde”. Sin embargo, considerando que el poblamiento de América se inició alrededor del año 40 000 a.C., cuando apenas empezaba a existir el homo sapiens sapiens –cohabitando aún con los últimos neanderthalensis–, podemos decir que el hombre, tal como lo concebimos hoy, inició su historia al mismo tiempo en América y en el resto de los continentes.
      Ya, hablando de Mesoamérica, damos por hecho que “Olmecas” –en la escuela lo aprendimos– era un grupo específico de habitantes de la llanura aluvial del Golfo de México, cuando este nombre, en realidad, fue dado arbitrariamente a un grupo de pueblos de la familia mixe-zoque. Las expresiones típicamente olmecas no eran propias de una etnia sino de un fenómeno que abarcó varias regiones. Claro que, por cuestiones prácticas, podemos seguir llamando de esta manera al grupo particular en cuestión.
     Lo mismo pasa con el término “huastecos”; es bien sabido que esta denominación les fue dada por los nahuas; ellos llamaban a su propia cultura, téenek.
     Varios datos arqueológicos recientes indican que el sistema calendárico típicamente maya, en realidad fue inventado por los mixe-zoques (las inscripciones calendáricas más antiguas que se conocen proceden de la franja mixe-zoque). Sin embargo, fueron los mayas quienes a través de este sistema lograron cálculos impresionantes –por ejemplo, en astronomía. 
     Algo más actual: cuando pensamos en Albert Einstein –con un poquito que hayamos leído acerca de su obra–, no podemos desligarlo de su Teoría de la relatividad y de una idea expuesta en uno de sus tratados: la de considerar el espacio-tiempo tetradimensional (cuatro dimensiones) como la estructura física el universo. Esta idea en realidad es de Hermann Minkowsi, un matemático de esa época que nunca llegó a tener la misma fama que su coetáneo.
     A veces las confusiones y errores de interpretación van más allá de darle o no crédito a alguien por sus inventos, y pueden causar verdaderos desastres en el pensamiento universal, porque hasta los más sabios se han equivocado. Por ejemplo, Aristóteles, que detestaba ensuciarse las manos con trabajo experimental, a través de su razonamiento llegó a la conclusión de que la Tierra es el centro del universo, que los hombres tienen más dientes que las mujeres, que los astros son inalterables y que los cuerpos más pesados caen más rápido a la Tierra.
     Así como, hace tiempo, me sorprendió saber que el “Teorema de Pitágoras” ya existía antes de que naciera Pitágoras –claro, no se le llamaba así–, no dejó de ser curioso enterarme de que la famosa frase atribuida a Galileo “E pur si muove!” (¡Y sin embargo se mueve!), en realidad fue el último grito de Giordano Bruno, antes de morir quemado en la hoguera, el 16 de febrero de 1600.
     Y así, la lista es tan interminable como la Historia.



Imágenes en orden de aparición: Evolución del homo sapiens, Albert Einstein, Hermann Minkowsi, Giordano Bruno.



1 comentario:

  1. gracias por invitarnos a reflexionar!
    atte. Flor Toraya

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