Literatura & Psicología

17.5.11

¿Cuál era el festejo?

Publicado en La Razón. Tampico, Tamaulipas. Martes 17 de mayo de 2011.
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Soy madre y profesora, así que me tocaron dos festejos en el mes de mayo. Debo decir que nunca he sido apegada a las fiestas, y menos a las programadas en el calendario, por una razón muy simple: no me gusta que me indiquen cuándo es hora de sentirme feliz, de recordar a alguien o de dar un regalo. Sin embargo, al margen de la fría mercadotecnia que seduce a las masas, recibo con beneplácito una felicitación o un saludo cuando se acompaña de sensibilidad.

En estos tiempos, más que en otros que me haya tocado vivir, me parece difícil celebrar un “día de las madres” cuando tantas, en nuestro país, han perdido a sus hijos en medio de esta guerra en la que nos hemos visto inmersos, en la que nuestro vecino se convierte en sospechoso y nuestro hermano en carnada.

Todos tenemos una historia que contar relacionada con el asunto, de cerca o de más cerca. Nadie se queda a salvo. Y tal vez por ello, precisamente, las personas se aferran a una tarjeta con lentejuelas o a un ramo de flores de plástico. Queremos olvidarnos, al menos por un momento, de la violencia y del dolor. De que hacer las compras o ir al trabajo no son, ya, tareas inofensivas.

Traigo a colación las palabras de Arminé Arjona, poeta de Ciudad Juárez, Chihuahua, que recorre las convulsas calles para pintar versos en las bardas: “Todo fue un malentendido / cuando Calderón dijo / voy a acabar con el narco / en realidad quiso decir / voy a cavar con el narco / miles de narcofosas” (http://ardapalabra.wordpress.com).

La cultura de la violencia agudiza la búsqueda de fugas, que ya existía, por supuesto en nuestra sociedad. El deseo de escapar de la realidad –aunque sea por un rato– es inherente a la naturaleza humana. Existir duele. “Comenzar a pensar es comenzar a ser minado”, dice Camus.

Uno se pregunta cuáles son las cosas reales en este mundo que se convulsiona entre oropeles y promesas. Dice, Alejandro Ipatzi, escritor de origen tlaxcalteca: “Amamos lo irreal porque la realidad parece no amarnos. Nos esmeramos negando lo real pero nos evidenciamos inmersos en esa realidad” (http://minotaurosis.blogspot.com).

No podemos escapar de lo que somos.

“¿Entonces no estás de acuerdo en que hagamos festejos?” Me pregunta un buen amigo. Claro que estoy de acuerdo. Que se festeje a las madres, a los maestros, a los obreros, el bicentenario de la Independencia, el día de la mujer, el día mundial sin tabaco, todo. De hecho, las conmemoraciones son muy importantes en un pueblo. Raíz que nos recuerda lo que hemos sido, y el rumbo por el que estamos caminando.

Pero que el festejo no consista sólo en regalar tarjetitas hechas en serie, o en mandar correos cadena a través de Internet. Mejor sea la búsqueda constante de las cosas que consideramos reales. Lo que en verdad nos define y nos hace sentir vivos. El trabajo por el bien común o, finalmente, la sincera indiferencia, que también es una elección (aunque, si esta última es nuestra postura, no hay que asumir cargos públicos).

Creo en la evolución del pensamiento, en la vida por la vida misma. Recuerdo haberme sentido al margen de la realidad ofertada por los aparatos comerciales, desde muy chica, y eso me dio no pocos dolores de cabeza. Ahora veo que fue buena esa toma de consciencia temprana porque me permite disfrutar las cosas que sí considero reales, el abrazo de mi hijo, el agua de los pozos, el olor de la tierra y, de vez en cuando, hasta puedo reírme tras los telones del escenario de la teatralidad que mueve al mundo.

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2 comentarios:

  1. [que grato tomo a sua reflexão, Marisol... dos tantos pontos em comum, como o que não havia visto com outros olhares.

    Grato!]

    um imenso abraço, Marisol

    Leonardo B.

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  2. es un honor ser referenciado por ti, mi querida amiga. recibe un sincero y muy admirado abrazo; celebrando, no las fechas,sino tu existencia.

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