Literatura & Psicología

11.1.11

Cuasi epístola escrita un martes

Para la Kika

Hermanita, esa cierta insatisfacción por la escritura me parece saludable; aunque, los pequeños tejidos de luz son gratos a los ojos de los enfermos.

Ando en cosas mundanas, como la de actualizar mi currículum. Este debería ser, también, un género literario. ¿Has reflexionado acerca de los  personajes que somos capaces de crear en dichos papeles?

Tecleo una palabra y me pongo a leer un relato de Carver. Me gusta cuando Jean aborda el avión. ¿O es Susan? Puede ser Fanny o Annie. Digamos que se llama Linda. Me gusta la escena de Linda abordando el avión. Ahora que lo pienso, esa escena no se ve. Pero sí hay un avión. En cuanto termine este cuento, le sigo. Cierro el libro. Vuelvo a mi laptop. Alguien me saluda en el face. Escribo una frase convencional. A mi derecha, el anuncio de una página sobre cómo hacer que el estómago se reduzca. Imagino un mapamundi hecho de estrías, y la cara de una amiga a la que no he visto en un año, su mirada extraviada en volutas de humo que se esfuman al caer la noche. La voz de una mujer anciana, he vuelto a fumar por su culpa. Entonces descubro que nadie me ha saludado. Mandé un mensaje al vacío. El vacío es lo único que siempre me responde. Aunque, no es propiamente un vacío, sino algo como una pelotita de hule espuma saltando bajo una escalera.

¿Qué estaba tratando de escribir?, ¿un currículum o una epístola? Ni siquiera tengo un tema. Qué tal si. Hace unos días vi el mar. El mismo mar que besa el costado de Tamaulipas –mataulipas, diría Arminé–, allí, en Veracruz. No había muchachos tragando monedas, sólo un elefante metálico con escalones en el trasero. Al caminar sobre la arena me vino a la mente una deducción lógica: entre más se acerca uno a la costa más se alarga la distancia que hay que recorrer. Volvamos al punto –el punto no existe, dirá un viejo amigo aferrado a la idea de la continuidad–, te iba a escribir una carta. Una costumbre extinta. Sería más provechoso redactar un tratado sobre los hábitos sexuales de la mosca de la fruta. No perdamos la saliva en esto, iba a preguntarte cómo estás. Qué nuevo poema has arrojado por la ventana. Todos hemos arrojado un nuevo poema por la ventana. Y es ése, indiscutiblemente, el mejor poema del mundo. Casi tan bueno como la ecografía de un estómago hinchado por el exceso de alcohol.
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Las palabras se me queman y el tiempo se me destiñe. Seguiré fotografiando pájaros e insectos. Es martes, y la semana ya luce gastada como una llanta a la orilla de la carretera.

3 comentarios:

  1. Es un placer leerte. Tienes una especial habilidad para hacer trascender a la hoja los estados de ánimo. Se llama talento. Me gustaría comentar más a menudo de lo que el tiempo me lo permite, pero quiero que sepas que te leo. No olvido los días de Jiménez, pese al calor demoledor, lo que aprendí allí y la presencia tamaulipeca en ellos. No dejes de escribir.

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  2. es un honor contar con tu lectura, Minerva. Un abrazo fuerte. Tampoco olvido esos días, tan llenos de letras, colores y manos fraternas.

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  3. ¡Hola! Aprovechando que hacías referencia a lo del curriculum, me gustaría comentar la desmesurada importancia que se le da hoy en día al "dichoso" papelito que refleja nuestros andares laborales y al examen con lupa que muchas empresas realizan en las farragosas entrevistas personales, donde precisamente lo que menos se aclara es si una persona es realmente trabajadora. Vivimos en una época en la que todo es pura propaganda, marketing para impactar...
    En fin, por lo demás, muy interesantes tus escritos.
    Un saludo y que tenga buen día.
    José

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