Literatura & Psicología

18.11.10

Sueño 2

Estoy con Haku en una casa enorme. Las habitaciones son embudos anillados como el cuerpo de un gusano.
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Va cayendo la noche y temo que el sueño me haga perder la conciencia. Un muchacho de unos catorce años, sucio, con una risa desagradable, intenta arrebatarme a mi hijo. Corro hasta un patio amplio donde hay un festín. Todos me ignoran. Volteo a verme los brazos y sólo tengo la ropa vacía del niño. Grito. Lo busco por interminables estancias que se alargan y progresivamente van disminuyendo de tamaño -debo agacharme para entrar en ellas. Lo encuentro dormido en una cama. Apenas cabemos en lo que es el final de una de las habitaciones-embudo. Lo aprieto contra mi pecho y salgo corriendo de esta casa. La gente, tras de mí, se evapora con rapidez.
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Abro los ojos. Estoy acostada y Haku descansa junto a mí. Suspiro, aliviada. Hay quejidos en la habitación contigua. Olor a humedad. Polvo. Me pongo de pie. Veo a mi alrededor altos muros de piedra con imágenes de soldados en combate, madonas y ángeles. No puede ser. Maldita sea. Golpeo uno de los polvorosos murales y de él brota un llanto tristísimo. Las madonas se quejan y se contorsionan.
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Los soldados adquieren volumen, alzan sus bayonetas, saltan hacia el recinto. .
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Despierto otra vez.
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soñado el 11 de febrero

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