Literatura & Psicología

22.10.10

Sobre la literatura clásica

Por Albert Einstein
El texto original apareció en el Jungkaufmann, una publicación mensual del “Schweizerischer Kaufmaennischer Verein, Jugendbund" (Feb, 29, 1952)


Una persona que lee sólo periódicos y como mucho libros de autores contemporáneos, dice que soy como un miope que se burlase de las gafas. Él depende por completo de los prejuicios y modas de su época, puesto que nunca llega a oír ni ver otra cosa. Y lo que una persona piensa por su cuenta, sin el estímulo de los pensamientos y experiencias de los otros es, aun en el mejor de los casos, bastante mezquino y monótono. Sólo hay unas cuantas personas ilustradas con una mente lúcida y un buen estilo en cada siglo. Lo que ha quedado de su obra es uno de los tesoros más preciados de la humanidad. A unos cuantos escritores de la antigüedad debemos que las gentes de la Edad Media se libraran poco a poco de las supersticiones y de la ignorancia que habían ensombrecido la vida durante más de cinco siglos.

No hay nada mejor para superar la presuntuosidad modernista.

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2 comentarios:

  1. Aww, el texto me llegó, porque últimamente he traído esa espinita de que no estoy haciendo las lecturas adecuadas, me inclino más a los escritores contemporáneos ya que son los que mejor se ajustan a mi "día a día", a la época que vivo, además que me gusta estar viendo cómo trastocan las tradiciones para sacar fórmulas novedosas (no "originales", pero novedosas).

    Sin embargo, es verdad lo que dice Einstein. Y he querido agarrar La Iliada o La Divina Comedia, o releer el Quijote con ojos de adulto, pero me gana la comodidad y la curiosidad de lo que aún no está tan leído y que quizá vaya a ser lo clásico o al menos lo "de culto" del día de mañana.

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  2. Hola, Kika. A riesgo de parecer anacrónica comparto la idea de que es muy rico volver a los llamados Clásicos, pero creo que cada libro establece una relación única con sus lectores y, por lo mismo, no hay que acercarnos a ellos meramente por un sentido de obligación. Por otro lado, si no leemos a nuestros coetáneos estaremos al margen de este fluir necesario de las Artes, y nosotros mismos nos quedaremos sin lectores. Más bien, pienso, podemos andar por las rutas de la experimentación actual, sin, por ello, dejar de reconocer nuestra deuda con Dante o con Homero. La reflexión es interminable. Un abrazo.

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