Literatura & Psicología

14.10.10

de lo cotidiano

Que trata de la forma como nuestra antiheroína encuentra la escuela del infante Haku cercada por soldados y otros episodios dignos de contarse
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Llegada la hora en que el sol cae a plomo sobre las cabezas de los altamirenses, fuese nuestra dama por lo espeso de la selva urbana. Cavilaba con gran seriedad acerca de las clases que daría al día siguiente a sus jóvenes pupilos, y de la poca despensa que había en su casa. En éstas y otras cosas de mucho interés entretenía su mente, que no con pensamientos ociosos, cuando llegose a la calle donde había de encontrar al infante Haku, y he aquí lo que vio con grande sorpresa:
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unos hombres de amplias y polvorientas narices custodiaban la plaza central del Puerto, las extrañas armas que portaban hicieron pensar a nuestra dama en las batallas de aquel mítico Rambo, del que le había llegado noticia desde la remota provincia hollywoodense. Seis o siete de estos seres sin rostro cerraban el paso frente a la puerta donde el infante debía esperarla.
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Y como dice el poeta, que amor pone alas a los pies y hace ligeras las andanzas, encaminose en un instante la mujer hasta la puerta trasera del recinto, donde sintiendo el corazón estremecido, halló a su hijo tan dulce y alegre como siempre. Que es cualidad de los pequeños hilvanar lienzos de luz en los días más negros.
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